La vista del otro lado

Una historia de cinco jóvenes inmigrantes

<div class="__ceo-text-left" style="text-align:left"><em>Mi historia en Filadelfia acaba de comenzar, vulnerable a la aceptación como al cambio.</em></div>
Mi historia en Filadelfia acaba de comenzar, vulnerable a la aceptación como al cambio.

Artículo escrito por: Tanisha Agrawal 


Nuestra sociedad importa. A medida que avanzamos hacia una sociedad sin crímenes de odio, racismo y xenofobia, la pandemia nos enseñó que las personas son importantes. Hoy en día, es imperativo restablecer el equilibrio en nuestra sociedad: un equilibrio que surge de personas viviendo en armonía, sin importar su nacionalidad.

¿Cómo se asimilan los inmigrantes adolescentes en una sociedad en la que nunca antes han vivido mientras mantienen vivas sus raíces? Después de entrevistar a varios adolescentes inmigrantes que residen en Filadelfia y suburbios vecindarios, mapeé sus historias y transformaciones para evaluar la vida de un inmigrante en Filadelfia.

Estos adolescentes inmigrantes nacieron en otro país, fueron a la escuela allí y tenían amigos allí. Conversaban en su idioma local. Nadie los miraba, nadie luchaba por entenderlos. Celebraban sus fiestas, devoraban su comida y vivían con gente que era como ellos. Hasta que…

Jerry Shao, un joven de catorce años que viene de China, se acuerda de cuando se mudo a Radnor, Pensilvania, a pesar de tener solo unos pocos años. “Mi papá nos dijo que nos íbamos de vacaciones. Estas vacaciones nunca [terminaron]”.

Shao recuerda haberse quedado en su nuevo hogar durante un mes para aprender inglés, un lenguaje muy diferente al mandarín, su lengua materna. La escuela y pequeños detalles sobre la sociedad estadounidense lo dejaron perplejo. Una vez, recuerda Shao, su amigo lo ayudó con la fuente de agua, algo con lo que no estaba familiarizado. China y Estados Unidos eran dos mundos completamente diferentes para él. Sus compañeros de clase a menudo lo excluyeron y se burlaron de su acento y su inglés. El acoso racial al que enfrentó inicialmente disminuyó gradualmente, haciéndolo sentirse más incluido en la escuela y la sociedad con el paso del tiempo. Aunque Jerry y su familia lograron asimilarse en la sociedad Estadounidense, perdieron contacto con la cultura y la tradición de China; después de cierto tiempo, se hizo difícil para la familia de Shao equilibrar sus dos culturas, con padres trabajadores y dos hijos.

Shruti Satheesh, quien viene de India, es estudiante de segundo año de secundaria que se mudó a los EE. UU. hace algunos años. Una ávida hablante de Tamil, un idioma Indio, cree que es imperativo celebrar la cultura de la India a pesar de vivir en el extranjero. Su familia sigue practicando tradiciones culturales Indias como Pongal, Puthandu y Karthigai Deepam con dedicación. “El aceptar la cultura dominante es importante, pero uno debe seguir su cultura para eliminar la negatividad y aumentar la diversidad”, dijo Satheesh. Cada vez más le intriga las diversas culturas que la rodean en Filadelfia. Al vivir en la ciudad y estar expuesta a tanta diversidad cultural, se ha encendido el amor de Satheesh por aprender y creer que todos somos únicos, no diferentes.

En el centro de Filadelfia vive Sarahi, de 17 años, cuya familia viene de México. Vive en medio de una comunidad latina densamente poblada, algo que dice que mantiene a su familia apegada a la cultura latina. Pero Sahari se encuentra luchando por adaptarse a la escuela y la cultura estadounidense. “En la secundaria, cada vez que todos bailaban música en inglés, me sentía excluida, ya que solo me asociaba con la música en español. Con el tiempo, separé mi cultura y la escuela porque son dos mundos totalmente diferentes.  Aunque me apasiona mucho mi cultura Mexicana, no me siento cómoda compartiéndola.” Mientras Sarahi lidia con esta tensión, defiende las familias indocumentadas en Filadelfia al instar al gobierno local a que les garantice licencias de conducir.


Protest By Community-Led Latinx Immigrants: Spanish
Una protesta en la que Sarahi participó con Juntos, una organización compuesta de inmigrantes latinos, dirigida por la comunidad en el sur de Filadelfia, que lucha por nuestros derechos humanos de trabajadores, padres, jóvenes e inmigrantes.

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Irene Park, una estudiante de primer año de secundaria, nació en Corea y se mudó a los Estados Unidos a una temprana edad. Irene dice que aunque no siempre puede seguir prácticas Coreanas, está orgullosa de celebrar festivales culturales, comer comida Coreana y hablar diariamente con sus abuelos, que siguen viviendo en Corea. Su comida favorita es Budae Jiggae, un “guisado básico del ejército Coreano,” y espera con ansias Seollal, el Año Nuevo Lunar Coreano. “Cuando me mudé a Filadelfia, me sentía desconectada de la cultura Estadounidense... Una cultura completamente diferente, lo que hizo que me sintiera muy insegura de mi identidad”, dijo Park, recordando cómo su ceremonia de graduación de la escuela secundaria la dejó confundida, pero ella sentía demasiado miedo de hacerle preguntas a alguien. Ella sugiere que los inmigrantes investiguen sobre la sociedad en la que vivirán antes de venir. De manera similar, Ang Li, una estudiante de posgrado de 26 años que viene de China, enfatiza aprender el idioma dominante de un país antes de mudarse allí. También sugiere hacer amigos con diversos orígenes culturales, ya que enriquece las experiencias de uno.

Originado del grupo étnico Yoruba de Nigeria, y a pesar de vivir en Nigeria durante solo un año, Damilola Akinboro, se encuentra cada vez más involucrado en su cultura. Graduado de la escuela secundaria y un joven de 18 años de Center City, Damilola entiende el idioma Yoruba y espera con ansias festejar las fiestas Nigerianas, el arroz Jollof, la música, los estilos de ropa únicos y las personas que están “siempre llenas de energía y felices.” Como resultado, él creó un documental para difundir la cultura nigeriana.

Damilola se siente alienado en varias ocasiones porque cree que sus padres lo criaron de una manera diferente a los demás. En la escuela secundaria, se burlaron de él por su acento, su nombre y se enfrentó al racismo:

“A medida que ascendía a la escuela secundaria, la cosas mejoraron. La gente quería saber sobre Nigeria y apreciaban que estuviera conectado culturalmente. Me llamaban el 'chico lleno de preguntas', porque siempre estoy preguntando a todos sobre su cultura. Estoy orgulloso de adherirme a mi cultura y ánimo a todos a hacer lo mismo”.

Para un joven, moverse entre dos culturas, mientras está a kilómetros de distancia de las raíces de uno, puede ser desconcertante. La presión social para adaptarse a la cultura de un país puede ser difícil de resistir y, a menudo, obliga a las personas a darse por vencidas. Mas sin embargo, Damilola, tiene una perspectiva distinta: “Si luchas por ser quien eres, solo recuerda que ser diferente no es algo malo porque eso te hace único. Adherite a eso.” A medida que avanzamos en un siglo de globalización, la migración de diferentes culturas está disparando. Por lo tanto, es importante reconocer que la inclusión y la diversidad hacen progresar a la humanidad. Siempre lo han hecho, y siempre lo harán.

Para ayudar a las familias que provienen de países inmigrantes, Filadelfia se ha dotado de instituciones que promueven la asimilación de los inmigrantes. Una de esas organizaciones es el Centro de Bienvenida, que trabaja para brindar oportunidades económicas a los inmigrantes. La fundadora, Anne O'Callaghan, se encontró una vez con una mujer de China que hablaba poco inglés pero buscaba ayuda para encontrar una clase de inglés para su hijo. Esto inspiró a Anne a crear el Centro de Bienvenida, que ha ayudado a varias personas durante más de dos décadas. Otras organizaciones como esta incluye La Puerta Abierta y la Asociación Camboyana de Gran Filadelfia, que también brindan programas y servicios para inmigrantes en sus respectivas comunidades.

En un mundo donde la agitación y la crisis a diario estallan, la diversidad es una esperanza disponible para nosotros. Los jóvenes se esfuerzan por crear una sociedad de armonía y tolerante: donde las personas entiendan sus problemas y sus necesidades entre sí. Un país que está estable internamente, sin intolerancia comunal, tiene infinitas veces más probabilidad de prosperar.

Como acabo de mudarme del sur de Asia a Pensilvania hace dos meses, mi experiencia de asimiliarse en la sociedad Estadounidense apenas acaba de comenzar, vulnerable tanto a la aceptación como al cambio. Pero el saber que otros han pasado por lo mismo, emergiendo intrépidamente como ciudadanos maduros, me motiva a hacer que mi viaje valga la pena. De hecho, la vista del otro lado fue una sorpresa agradable.

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